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Castillos en el aire

Australian Blonde

Fui a un concierto, me gustó mucho, y se terminó muy pronto. Eso fue lo que pasó hoy. Quitando lo de que casi se me saliera el corazón del pecho, tomarme un café con Fran Fernández y volver a casa con el disco firmado, una foto y algún beso (que le vamos a hacer, cuando alguien me entusiasma [y él me entusiasma mucho] soy así de flipada y mi edad mental disminuye bastante).
Un buen concierto y un mal ambiente. No me gustó mucho la gente, pero sí la actuación, para variar. A causa de mi tensión y mis nervios permanentes ya mencionados, me pasé el concierto temblando, con el cuerpo totalmente agarrotado y reprimiendo sin querer lo que pretendían hacer mis pies, porque las canciones me absorbían y me dejaban fuera de juego; y yo no podía evitarlo. Mucha emoción y otros tantos recuerdos, aunque sean canciones nuevas.
Recomiendo muy mucho “Canciones de amor y gratitud”, precioso y melancólico a más no poder. Claro que todo depende de los gustos de cada uno. A mí me emociona cada vez que lo escucho, no puedo evitarlo.
Las cosas tardan demasiado en llegar y muy poco en irse.

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